Traslado del Cristo de la Agonia

18.10.2013 10:47

La inmensa escultura, llegó a Valparaíso embalada en un gran cajón que permaneció por mucho tiempo en el Puerto. Cuando se le quiso trasladar a Santiago, su lugar de destino, la yunta de bueyes que arrastraba la carreta con el tremendo cajón, paró frente a la Capilla La Matriz y no pudo seguir su viaje en dirección a la Capital, y todos los intentos por zafar la carreta fueron inútiles.

El embalaje pesaba tanto que, lentamente las ruedas del vehículo fueron hundiéndose cada vez más en el barro. Era invierno y la lluvia ablandaba aún mas los caminos… Se decidió amarrar mas bueyes hasta llegar al número de ocho, pero todo fue inútil, la carreta permaneció empantanada justo frente a al capillita de techo pajizo. Se decidió entonces, bajar el cajón y dejarlo en la Capilla. Apenas éste fue descargado, la carreta se salió del barro. Los cargadores volvieron a poner el cajón, pero cuando estuvo encima de la carreta nuevamente las ruedas volvieron a llenarse de barro.

Algunos pobladores, que miraban la extraña maniobra, propusieron abrir el embalaje y ver que traía. Cuando el cajón empezó a abrirse, paró la lluvia torrencial y el viento huracanado que había impedido el traslado, apareciendo la sagrada imagen del “Cristo crucificado y moribundo”.
Muchos creyentes pensaron que el suceso no era otra cosa que un verdadero milagro y se acordó que la imagen debía quedar para siempre en la Capilla porque ese era el deseo expreso de Dios. Desde entonces la bella escultura del CRISTO DE LA AGONIA quedó en Valparaíso.

La imágen es una pieza bellísima y tiene la especial característica de presentar su barbilla reclinada muy cerca del pecho, los ojos apagados por la muerte, las llagas abiertas y la sangre recientemente coagulada.

Desde ese tiempo la sagrada imágen es venerada y es mucha la gente que asegura que, año a año, el Cristo inclina la cabeza más y más. La tradición asegura que, un día, el crucificado inclinará tanto la cerviz que terminará por quebrársele, ese día se acabará el mundo.